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Arteba 2022 y en los límites del arte, las artesanías

En el “Punto de Encuentro” la Feria arteba 2022 recibía a los visitantes con esta instalación (Candelaria Traverso, galería Herlitzca + Faría). Fotografía: Hilario.



Obras realizadas por Olleras Cooperativas, un colectivo de ceramistas. En primer plano, Pailla locrera, construida con arcillas naturales, minerales refractarios y cera virgen de abeja. Fotografía: Hilario.



Matra tejida por Gabriela Aguilar, artesana mapuche nacida en Valcheta, Río Negro, en 1993. Gabriela integra el taller Sofía Huinca de esta comarca patagónica. Fotografía: Hilario.



By Don Hilario

En la edición que acaba de concluir, suele suceder, lo novedoso irrumpió en los lindes de la feria, fuera de la sección principal, donde los tanques exhiben todo su arsenal artístico... Esta vez la recorrimos sorprendidos por la inusual presencia de artesanías, claro que, con distintos abordajes sobre estos oficios ancestrales, desde las obras realizadas por Gabriel Chaile (en la galería Barro), con su resonante éxito, o la monumental cestería de Claudia Santanera presentada en el espacio cordobés The White Lodge aunando sustentabilidad y la labor artesanal de diestros tejedores en palma de Caranday, de Copacabana (Córdoba), pintoresca población que no alcanza al centenar de habitantes.

 

Al ingresar a la feria, la instalación Tawa de Candelaria Traverso (del staff de la galería Herlitzca + Faría) recibía a los visitantes con arpilleras sintéticas cortadas, ensambladas y cosidas, y cerámicas realizadas con la “técnica de chorizo o surullo, cocinada a leña y curada con cera de abejas”; ambos recursos adoptados de los oficios artesanales. Y por nombrar otro ejemplo, Claudia Alarcón, artista wichí de la comunidad de la Puntana, en Santa Victoria Este, con su obra en Galería Remota (Sección Utopía), de Salta; quien lo hizo con la satisfacción de que una de sus creaciones fue adquirida por el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de su provincia.

 

Esta inclusión de las artesanías en las artes merece nuevos análisis y replanteos entre curadores, galeristas y los propios artistas, quienes deben contribuir a un diálogo entre pares otorgándole la visibilidad merecida a los artífices de las obras y maestros de los oficios a los que se acude para plasmar sus materialidades o para construir su bagaje conceptual inspirado en los ancestros y en las tradiciones, tan sabios en su vivir en armonía con la naturaleza...

 

Lo expresamos al inicio, en uno de los bordes de la feria, en un corredor que reunía una diversa participación se generó un diálogo visual que captó la atención del público; nos referimos al espacio que agrupaba el proyecto Belleza y Felicidad Fiorito (en YPF, Sección arte + impacto social), la consagrada Chola Poblete (Banco Ciudad), artista queer cuyas obras ofrecen un mensaje comprometido y riguroso, y una selección de artesanos que presentaron sus creaciones de barro y fibras naturales (Ministerio de Cultura de la Nación).

 

Allí estaba la cruda realidad de sus protagonistas; la fotógrafa villera Julia Díaz (“no me siento fotógrafa” -afirmaba con una sonrisa pícara, en tanto nos mostraba sus obras en blanco y negro, copiadas en el laboratorio fotográfico instalado en Villa Fiorito, y su libro, “Orgullo cartonero”, un hallazgo. Julia, ex cartonera, es un referente de aquella comunidad donde Fernanda Laguna instaló su taller de arte hace veinte años, y donde no ha cesado en su trabajo barrial.  Frente a este pequeño stand -con el patrocinio de YPF se agruparon tres iniciativas comunitarias, cada una en su espacio-, se destacaba la presencia de la Chola Poblete -premio Banco Ciudad 2022-, artista visual que ya madura un potente recorrido -el año pasado se presentó en la Feria ARCO, en Madrid, con un inolvidable diálogo con la reina Letizia, de España- y en esta edición vendió todas las obras exhibidas y levantó una lista de espera.

 

Y a la par del sitio del Banco Ciudad, la presencia del Ministerio de Cultura de la Nación, sorprendentemente a través de su Mercado de Artesanías Tradicionales e Innovadoras (MATRIA) que acertó con la selección de artífices reunidos y con la puesta en valor de sus obras en una propuesta bien titulada: Territorio Artesanal. Textiles y cerámicas adquirían otra dimensión en esa inmensa y multifacética galería de arte que es la feria, y los objetos realizados con cierta funcionalidad mutaban hacia otras dimensiones observados por expertos amateurs, y por ávidos coleccionistas. En la gráfica del stand las identidades culturales de cada artesano y un Código QR que te transportaba al sitio del MATRIA donde se presentaba cada obra y su autor, aún disponible: VER

 

Sin duda, un acierto que merece una nueva invitación para el año próximo.



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