Eduardo Magee. Un afroargentino en la Armada y la masonería *

Retrato de Eduardo Magee. Escrito al dorso en tinta "A mis queridos hermanos María y James en prueba de lo mucho que les quiero. Eduardo". Buenos Aires, enero de 1900, foto Adolfo Alexander, también masón. Col. María Cristina Magee.



A la izquierda, retrato de Eduardo Magge, publicado en Ford (1899: 120) Col. Pablo Cirio. A la derecha, charreteras de su uniforme de la Marina. Col. María Cristina Magee.



Retrato de Eduardo Magee de su ficha del Censo General de Adherentes de la Masonería Argentina del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Buenos Aires, fotógrafo no identificado, c. 1912. Col. Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.



Norberto Pablo Cirio

Nació en Lanús (Buenos Aires) en 1966. Lic. en Cs. Antropológicas (UBA, 2002) y doctorando en la misma carrera y universidad. Trabaja en el Instituto Nacional de Musicología “Carlos Vega” y en el Instituto de Investigación en Etnomusicología en proyectos sobre música afroargentina. Desde 2011 es director de la Cátedra Libre de Estudios Afroargentinos y Afroamericanos de la Universidad Nacional de La Plata. Desde 2020 dicta la materia Fundamentos de las músicas afroargentina y afrocubana en la Licenciatura en Música Autóctona, Clásica y Popular de América (UNTREF), la primera universidad pública en incluirlas.


Oscar Oliveira

Polemeólogo, licenciado en estrategia. Militante juvenil en los 70, herido en Ezeiza en el episodio del retorno de J. D. Perón, en la siguiente década integró la Renovación Peronista. De sus 40 años de vida laboral, una mitad lo hizo en el sector privado en grandes obras de infraestructura y sistemas de gestión en la industria metalmecánica y la otra en el sector público, especializándose en gasto público. Referido al tema de este artículo, reconoce: «hace años me dedico a visibilizar a los de mi casta, los afroargentinos».


Por Norberto Pablo Cirio y Oscar Oliveira [1]

En 1899 el afroargentino Jorge Miguel Ford publicó en La Plata un libro donde reseña, con pluma elegante, a catorce hombres de lo que creía lo más granado de su comunidad, de ahí el título, Beneméritos de mi estirpe. Al ser una edición particular y de tirada limitada, se convirtió en una rareza y en 2002 la Secretaría de Cultura de la Nación lo reeditó, al cuidado de Eduardo Luis Duhalde, aunque sin los retratos. Al comienzo del Prólogo dice que solo conoce tres ejemplares, uno suyo, uno de la Biblioteca Nacional y otro de una universidad estadounidense, por lo que “Seguramente deben existir algunos otros ejemplares en manos de coleccionistas y bibliófilos” (Duhalde: 2002: 9). En 2010 apareció el cuarto, obsequiado a Cirio por un hombre cuyo abuelo fue alumno de música de Zenón Rolón, uno de los biografiados, a quien se lo dedicó. Los beneméritos guardan orden cronológico y el último, Eduardo Magee (Ford 1899: 123-126), es el de interés aquí. En este artículo ampliamos su biografía con fuentes escritas hasta ahora desconocidas y, lo más sugerente, la memoria oral de su nieta, María Cristina Magee, que entrevistamos en 2022 y 2023 y atesora pertenencias suyas, por lo que le agradecemos la gentileza de brindarnos sus conocimientos, aceptar que escribamos este texto y su lectura final.


El estado del arte sobre él es escaso y se limita al género biográfico. Su primera semblanza fue en vida, por Ford. Hubo que esperar casi un siglo para otra (De Estrada 1979: 180-181) aunque escueta y, básicamente, glosa la anterior. También hay menciones en estudios macro sobre afroargentinos y alguna nota de la Armada Argentina, que no aportan novedad.


Eduardo nació en Buenos Aires el 25 de mayo de 1865 en una familia acomodada, cuarto hijo (de nueve) del matrimonio de Edward Magee, inglés naturalizado argentino, y Luciana Pestaña, argentina. No se sabe quién de ellos, o quizás ambos, eran afrodescendientes. Nuestra hipótesis es que él sí, entendiendo a Magee un etnónimo, por el grupo magí, del norte del Golfo de Guinea. Durante la esclavitud los hubo en Buenos Aires y llegaron a formar la Sociedad Africana Mina Magí, que funcionó al menos de 1856 a 1860 (Sociedades africanas, Sala X. 31-11-5). Ergo, Magee con doble e sería magí en inglés, idioma en que para pronunciar la i se escribe de este modo. Con todo, María Cristina recuerda que no era inglés sino irlandés y, por la hambruna de 1845-1849, emigró a Liverpool y de ahí a Buenos Aires. Sea inglés o irlandés, entiende que tal ascendencia incidió para que Eduardo, un hermano y su padre trabajaran en el ferrocarril, por entonces propiedad inglesa. El 28 de noviembre de 1901 se casó con Carmen Zas en la Iglesia Nuestra Señora de Balvanera y tuvieron seis hijos: Virginia Rosa (1902-1903), Eduardo Demetrio (1904-1972), Julio José (1906-1992), Jorge Calixto (1907-1926), Guillermo Rufino Mario (1910-19¿?) y Carlos (1911-1992), padre de María Cristina en 1946, quien recordó que la lógica bautismal fue el santoral católico y, a diferencia de los demás, su padre solo tuvo un nombre pues «Mi abuela le dijo a mi abuelo, “Carlos a secas, nada más”». Murió el 2 de julio de 1934 en Buenos Aires.


En el marco del rearme que estaba llevando la Argentina con motivo de la disputa con Chile, el gobierno decidió encargar el armado de buques; uno de ellos, el crucero 25 de Mayo. Paralelamente se inició la formación de un cuerpo de maquinistas de la Armada y por Acuerdo de Ministros N° 2308 del 4 de julio de 1890, se envió a un grupo de aprendices navales a capacitarse a Inglaterra pues no teníamos una escuela al efecto. Formaba parte del contingente Eduardo Magie (sic), lo que marcó su ingreso a la Armada Argentina.


Ingresó al astillero Armstrong, Mitchell & Co., Newcastle. Durante su permanencia en él se construyó el crucero 25 de Mayo y en 1895 botó el ARA Buenos Aires. En el censo inglés de 1891 aparece en Elswick, Northumberland, compartiendo inquilinato con Robert Downie, también nombrado en el acuerdo citado, y con el argentino y mecánico Loie V. Brignone. Aprobadas las exigencias de su instrucción, a fines de 1891 ingresó a los talleres de Laird Brothers, Kirkenhead, Escocia, por tres años, estudiando mecánica industrial. En Liverpool estudio mecánica y construcción. En 1894-1895, habiendo terminado los estudios, completó el requerimiento de navegación durante 16 meses en los buques de la compañía Carlisle de Londres, obteniendo el Certificado de Competencia Nº 30661 para el rango de Ingeniero de Segunda Clase de la Marina Mercante, expedido por la Board of Trade el 21 de enero de 1895. Regresó en el transporte Villarino y el 12 de marzo de 1895 fue dado de alta en la Armada Argentina, dándosele destino en el crucero ARA 25 de Mayo como maquinista de segunda. Estos fueron sus destinos durante 17 años hasta que, el 7 de septiembre de 1912, pasó a retiro.

 

12-ago-1895. ARA Villarino (transporte).

1-abr-1896. ARA Bermejo (buque cisterna).

19-sept-1896. ARA Uruguay (cañonera).

26-oct-1896. ARA 1° de Mayo (transporte).

1-ene-1897. ARA Golondrina (aviso).

23-nov-1897. ARA Villarino (transporte).

14-sept-1898. ARA Azopardo (transporte).

10-ene-1899. ARA Gaviota (aviso).

17-feb-1900. ARA Maipú (transporte).

20-sept-1900. ARA Pueyrredón (acorazado).

5-abr-1902. ARA 9 de Julio (crucero).

25-mar-1903. ARA Garibaldi (acorazado).

3-oct-1903. ARA Patria (crucero).

22-mar-1904. ARA Pampa (transporte).

29-dic-1905. ARA Patria (crucero).

3-may-1907. Comisión examinadora de máquinas mercantes.

18-dic-1907. ARA Pueyrredón (acorazado).

11-jun-1908. ARA 9 de Julio (crucero).

15-dic-1908. ARA Tehuelche (remolcador), al que pasó en comisión siendo maquinista de 1ra, como jefe de máquinas; desde el 27 de diciembre al 25 de enero de 1809 formó parte de los trabajos para reflotar el ARA Piedrabuena en Punta Loyola (Río Gallegos, Santa Cruz), con mención de honor.

20-feb-1809. ARA Guardia Nacional (transporte).

18-sept-1809. ARA Almirante Brown (acorazado).

4-feb-1910. ARA Pueyrredón (acorazado).


 

Autorretrato de Magee o retrato de Sebastián Zas (padre de Carmen Saz, su suegro) y detalle de su firma. Lápiz sobre papel, 1901. Col. Pablo Cirio.


En 2014 Cirio adquirió para su pinacoteca un retrato a lápiz de un negro, firmado “E. Magee”. Indagando sobre su identidad, recordó que la afroporteña María Isabel Platero le dijo que era el mismo Eduardo Magee, quien fue su padrino, por lo que sería su autorretrato. Sin embargo, María Cristina asegura que es Sebastián Zas, suegro de Eduardo. No estamos en condiciones de terciar en esto por los pocos retratos conocidos de nuestro protagonista y la inexistencia de alguno de Sebastián. Aun así, la obra demuestra que Eduardo Magee se dedicó al dibujo y, si bien Ford dijo que era bueno en la escultura, su nieta nunca dio con una de ellas; sí con dibujos a carbonilla.


Norberto Pablo Cirio, María Cristina Magee y Oscar Oliveira. Buenos Aires, 28 de febrero de 2023.


María Cristina se recibió de traductora de inglés (UBA) y es doctora en Lenguas Modernas (USAL), ya jubilada, trabajó en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación desde 1973 y estuvo adscripta al gobierno bonaerense. En ese marco hizo varias publicaciones (Magee [2000], [2002], 2006, etc.). Trasciende la última por desatar un nudo gordiano, la existencia por ley de porteros negros en el Congreso de la Nación, lo que circula como anécdota oral y en la prensa, habiendo un solo abordaje académico (Colabella 2012), de calidad regular por, entre otras cuestiones, desconocer su artículo, para más fruto de su tesis doctoral sobre la equivalencia terminológica del procedimiento parlamentario argentino-norteamericano, por lo cual tuvo que ahondar en Inglaterra, “la Madre de los Parlamentos”, de donde se tradujo mal el término portero y su incumbencia.


La pertenencia masónica de Eduardo la publicó Alcibíades Lappas (1966: 269). En una escueta mención dice “Inglés de nacimiento, naturalizado argentino”, lo que es inexacto, como expusimos. Su condición de masón era desconocida por sus descendientes hasta 2022 cuando Oliveira, investigando en la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones, la documentó. Se inició el 10 de diciembre de 1912 en la Logia Daniel María Cazón Nº 73, en Yerbal 777, barrio de Caballito (que, en la terminología masónica es Valle de Caballito), alcanzando el 1 de agosto de 1913 el grado de Maestro. En su Logia recorrió el cursus honorum, siendo Secretario, 1er Vigilante y Venerable. En el Rito Escocés llegó al grado 18. Fue delegado a la Asamblea de la Gran Logia, proyectó sus estatutos y obtuvo su personería jurídica, presidiéndola en 1921-1922. Siendo venerable, formalizó la sede de su logia. Si pasó a retiro el 7 de septiembre 1912 y el 10 de diciembre fue iniciado masón, puede entenderse como la continuación de su carrera militar, más desconocemos qué lo incentivó y quién lo invitó. Señalamos también que se relacionó con Tomás Braulio Platero, primer escribano público afroargentino y masón, así como con la Asociación Argentina de Socorros Mutuos “La Protectora”, también de afroargentinos.


Este artículo es la biografía de un afroargentino que vivió un período complejo del país de cara a su reinvención como encarnación biocultural de lo que se estimaba lo más granado de la humanidad, léase las metrópolis occidentales. En ese proyecto las alteridades preexistentes al Estado-nación no solo estaban sentenciadas por los grupos hegemónicos en el poder por disfuncionales, sino que también se apoderaron de su pasado para borrarlo de la Historia Oficial. Una familia como Magee, en cuya casa se conversaba en inglés al compás del güisqui White Horse, ayuda a entender cómo sus miembros ascendieron socialmente en la escala metropolitana de valores.


Para trascender al género biográfico abrimos un abanico de preguntas que, atendiendo a la dinámica de los afroargentinos (del tronco colonial o, en este caso, afroinmigrantes), contribuye a temas hasta ahora no tratados, como la masonería. Al respecto, Oliveira (2022) estudió la pertenencia del compositor Cayetano Alberto Silva y, con Cirio, ya identificaron a siete. Otra pregunta es la implicancia de los esclavizados y su descendencia en la Armada Argentina y la marinería en general. Como antecedente citamos al anónimo que compró Luis Vernet y llevó a Puerto Luis, en las Islas Malvinas, quien, con dos peones, en 1829 llegaron a las Georgias del Sur (Cirio 2018). Esto da una vuelta de tuerca al concepto de Atlántico negro, de Paul Gilroy (2014) para dar cuenta del buque negrero como cronotopo porque fue donde los esclavizados comenzaron a forjar una identidad macro, sui géneris. Magee navegó por aquel mar de memorias encadenadas bajo pabellón de libertad, pero su experiencia pone en perspectiva cómo los desterrados hijos de África siguieron entendiendo, como dicen los afroargentinos de ascendencia bantú, la Kalunga Grande, entidad marina protectora que en América la reconceptuaron Kalunga Chica o cementerio, pues se estima que el 30% de los doce millones de esclavizados murieron en la travesía intermedia. Este artículo, además, incentiva a investigar la dinámica comunidad afroporteña anglófona, que se remonta al menos a 1829 con emigrados del Reino Unido, Barbados y los Estados Unidos de América. También devela que el sentido de pertenencia aristocratizante que la masonería le dió a Magee es un matiz inadvertido del ascenso social de ciertos afroargentinos.


Para concluir, si otra enseñanza deja este análisis es que en el área de estudios afroargentinos requiere de un trato directo, fluido y continuo con ellos. Y no se trata solo de poder acceder a documentos y saberes, sino que representa un salto cualitativo en la ética por dejar de referirlos “objeto de estudio”, rémora de una academia colonial que reproduce lo más arcaico de sus nociones fundadoras, continuadora de la saga del destrato a los esclavizados como “ébano viviente”, por los traficantes, o “peñascos irracionales” por racistas de la talla de Domingo Faustino Sarmiento (Cirio 2024) cuando discutió con ellos, en 1858, pasmado por su conciencia diaspórica al titular su primer periódico La Raza Africana, o sea El Demócrata Negro.


Notas:

1. Director y adscripto de la Cátedra Libre de Estudios Afroargentinos y Afroamericanos (UNLP).


* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios


Fuentes

Archivo General de la Nación. Sala X. 31-11-5, Sociedades africanas, Leg. 32.

Archivo de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones. Buenos Aires.

Archivo de la Basílica Nuestra Señora de la Piedad del Monte Calvario. Buenos Aires.

Archivo General del Ejército. Buenos Aires.

England and Wales Census, 1891, database with images, FamilySearch.

Jorje Miguel Ford, Beneméritos de mi estirpe: Esbozos sociales. La Plata: Tipografía de la Escuela de Artes y Oficios, 1899.

Alcibíades Lappas, La masonería argentina a través de sus hombres. Buenos Aires: Ed. Part. 2º Ed., 1966.


Bibliografía

Norberto Pablo Cirio, Tras su manto de neblinas… Presencia de afroargentinos del tronco colonial en las Islas Malvinas en el siglo XIX. Actas de las VII Jornadas de Historia Regional de La Matanza. San Justo, Universidad Nacional de La Matanza, p. 54-83, 2018. 

Sarmiento racista. A más de 150 años de autorizar el corso los afroporteños le quitan la máscara. Resonancias 52 (en prensa), 2024.

Laura Colabella, Los negros del Congreso: Nombre, filiación y honor en el reclutamiento a la burocracia del Estado argentino. Buenos Aires, Antropofagia, 2012.

Marcos De Estrada, Argentinos de origen africano. Buenos Aires: Eudeba, 1979.Eraclio Domínguez, Colección de leyes y decretos militares concernientes al ejército y armada de la República Argentina. Buenos Aires, Sud-americana de Billetes de Banco, 1913.

Paul Gilroy, [1993] Atlántico negro: Modernidad y doble conciencia. Madrid, Akal, 2014. 

María Cristina Magee, [2000] Las comisiones permanentes del Congreso de los Estados Unidos de América. Revista de Derecho Parlamentario 13: 1-19. 

(2002) La consideración del presupuesto federal en el Congreso de los Estados Unidos de América. Revista de Derecho Parlamentario 15: 1-20.

(2006) Procedimiento parlamentario: Estado de situación en la terminología del siglo XIX. Legislación Argentina 10: 1-21.

Oscar Oliveira, Los orígenes afromasónicos de la marcha San Lorenzo. ADN 407 3: 187-226, 2022.


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