Sara Flores y el Kené: Un hito en la redefinición del arte peruano

Sara Flores, artista Shipibo-Konibo y una de sus obras; manifestación del arte kené. Tintes naturales sobre tela.



Sara Flores. Detalle de una de sus obras, creada con tintes naturales sobre tela.



Estudio para la bandera de la Nación Shipibo-Konibo-Xetebo (Maya Punté Kené) 7 Study for Shipibo-Konibo-Xetebo Nation flag (Maya Punté Kené) 7. 2024. Tintes naturales sobre tela, 121 x 143,5 cm. Cortesía de la artista y del Shipibo Conibo Center, Nueva York.



El arte Kené, obra de Sara Flores. Tintes naturales sobre tela.



Sara Flores junto al autor del artículo, Armando Andrade, en la noche inaugural.



Armando Andrade de Lucio


Peruano, artista, diseñador y coleccionista de arte, presidente de Studio A, primera consultora de branding del Perú, y presidente honorario del Comité de Subastas del Museo de Arte de Lima [MALI].


Por Armando Andrade

Días pasados, el Museo de Arte de Lima [MALI] se convirtió en escenario de un hecho histórico: por primera vez, una artista indígena peruana, miembro del pueblo Shipibo-Conibo, inauguró una exposición individual en un museo nacional, denominada «Sara Flores. Non Nete. Un sueño para una nación indígena». [1] Este evento no solo celebra su trayectoria de más 50 años, sino que desafía las fronteras coloniales que por décadas han segregado el arte indígena de los espacios consagrados a lo «mainstream», relegándolo bajo etiquetas como artesanía o arte popular.  


Sara Flores [2], maestra del Kené —patrón geométrico ancestral que narra la cosmovisión Shipibo—, teje en sus obras una cartografía visual de la Amazonía. Cada línea, cada espiral, es un acto de resistencia: un lenguaje que conecta lo visible con lo espiritual, lo humano con lo natural. En sus diseños, no hay jerarquías entre selva, río y comunidad; todo es un sistema integrado, sincronizado en un equilibrio sagrado. Su arte no se limita a lo estético: es un puente entre mundos, una memoria viva que cuestiona la mirada occidentalizada que exige «asimilarse» para ser validada.  


La exposición en el MALI revive un debate incómodo: ¿por qué el arte indígena sigue siendo marginalizado? Durante décadas, instituciones peruanas han operado bajo cánones eurocéntricos, donde lo «artístico» se mide por su proximidad a parámetros occidentales: óleos, esculturas clásicas o instalaciones urbanas. Lo demás —textiles, cerámicas, bordados— se cataloga como «folclor», como si la técnica ancestral careciera de profundidad conceptual. Esta división artificial ignora que el Kené, por ejemplo, es tanto arte como filosofía: un mapa de relaciones entre seres humanos, plantas y animales, una ética de coexistencia.  


Flores, al ocupar un museo, desmonta esos prejuicios. Su trabajo no necesita «elevarse» a estándares ajenos; exige, en cambio, que ampliemos nuestra definición de arte. ¿Acaso la complejidad simbólica del Kené —transmitida por generaciones de mujeres Shipibo— es menos valiosa que un lienzo abstracto de Nueva York o París? La respuesta revela más sobre nuestras limitaciones como espectadores que sobre la obra misma.  


La invisibilidad de Flores durante décadas no es casual: refleja un sistema que silencia a las mujeres indígenas, doblemente marginadas por género y etnicidad. Su reconocimiento tardío en el MALI es un recordatorio de que la integración no debe ser asimilación. No se trata de que el arte indígena ingrese a los museos para mimetizarse, sino de que los museos deconstruyan sus criterios, reconozcan que el arte es pluriversal y que la Amazonía no es un «escenario exótico», sino un territorio de pensamiento crítico.  


En un planeta donde la crisis climática evidencia el fracaso de la separación humano-naturaleza, la obra de Flores resuena con urgencia. Nos habla de un equilibrio no como utopía, sino como práctica cotidiana: en la selva, la vida humana no domina, convive. Cada trazo del Kené es un pacto con la tierra, una lección de que el arte, en su forma más auténtica, es un acto político de supervivencia.  


La muestra de Sara Flores [3] no es solo una exposición; es un parteaguas. Invita al Perú a mirarse en su diversidad y a los museos a ser espacios de diálogo, no de jerarquías. Que su Kené habite el MALI no es un gesto de inclusión, sino un reclamo de justicia histórica: el arte indígena no necesita permiso para existir. Necesita, simplemente, que dejemos de llamarlo «artesanía» y empecemos a llamarlo por su nombre: arte.


Notas: 

1] Non Nete, en Shipibo-Konibo significa literalmente «nuestro mundo».

2] Sara Flores es una de las principales artistas contemporáneas emergentes de la cuenca amazónica. Nacida en 1950 en la comunidad nativa de Tambomayo, en la Amazonía peruana, se formó en las artes del kené bajo la enseñanza de su madre. Flores co-fundó Maroti Shobo en la comunidad nativa de Paohyan, que en 1976 se convirtió en la primera cooperativa de mujeres del pueblo Shipibo, anticipándose a otras iniciativas que hoy son fundamentales para su visión socioeconómica de un futuro indígena. Su obra ha sido exhibida internacionalmente en importantes galerías y museos, y forma parte de destacadas colecciones institucionales, como las del Museo de Arte de Lima - MALI; The Solomon R. Guggenheim Museum, Nueva York; Al Thani Collection, Londres y París; Christian Dior Foundation, París; JPMorgan Chase Art Collection, Nueva York; y Museum Voorlinden, Wassenaar, Países Bajos, entre otras.

3] Para la realización de esta exposición, el MALI recibió la colaboración del Shipibo Conibo Center de Nueva York y la galería White Cube, de Londres. El proyecto artístico cultural neoyorquino surgió por mandato de Leonor Caraballo, fallecida en 2015, quien dio con las obras de Sara Flores en 2011 y, fascinada por su arte, trató de localizar a la autora sin suerte… Pero dejó el mandato: «encuéntrenla y háganla famosa», y Matteo Norzi junto a Abou Farman, dieron con ella en 2016 y crearon esta organización que promueve la identidad de este pueblo amazónico y su arte a través de la obra de Sara Flores. Así lograron su primera exposición en Londres en 2018, en la galería White Cube. 


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