Gustav Thörlichen formó parte de un significativo contingente de fotógrafos europeos quienes, luego de la Primera Guerra Mundial se afincaron en la lejana Argentina en busca de una ansiada paz y nuevas oportunidades de vida. En su inmensa mayoría provenían de países del Este, eran rusos, húngaros, checos, polacos y en especial alemanes, quienes escapaban del colapso bélico y la intolerancia del nacionalsocialismo exacerbada a partir de 1933.
Fotógrafo y artista plástico formado en las Academias de Bellas Artes de Hamburgo, Leipzig y París, Gustav Thörlichen nació en la Libre y Hanseática Ciudad de Hamburgo un 6 de noviembre de 1906. Sus críticos mencionan en su formación la influencia de las vanguardias rusas, en especial del constructivismo con referentes ineludibles como Aleksandr Ródchenko.
Con tal bagaje desembarcó a los 31 años en Buenos Aires luego de cruzar el Atlántico a bordo del vapor «General San Martín». En su libro fotográfico «La República Argentina» [1958] - con prólogo de Jorge Luis Borges y editado por la Dirección Nacional de Turismo - donde se publican sus mejores obras de cámara, confirma que aquella urbe cosmopolita realmente lo impresionó pues, en su imaginación centroeuropea, esperaba encontrarse con una exótica aldea sudamericana rodeada de palmeras y burros de carga, y se enfrentó ese día inicial con cantidad de modernos y altivos rascacielos.
Para ubicarnos mejor en aquel contexto urbano nos remitimos al cuarto censo de la ciudad de Buenos Aires - bajo el gobierno de Agustín P. Justo - realizado en 1936, el que arrojó un total de 2.400.000 habitantes, de los cuales 870.000 correspondían a inmigrantes extranjeros. Por entonces la Capital Federal concentraba la inmensa mayoría de los fotógrafos profesionales del país, casi todos, dedicados al rentable negocio de la retratística social.
Frente a esa abrumadora competencia comercial y fiel a su formación artística, Thörlichen se volcó al sensible registro paisajístico de su nueva y extensa patria; tal como lo hicieron en su momento documentalistas de la talla de Samuel y Arturo Boote, Samuel Rimathé y Harry Grant Olds. Hacia la fecha la colectividad de habla alemana era considerable y Thörlichen se movió socialmente entre aquellos compatriotas. Por entonces ya existía un circuito de reconocidos fotógrafos alemanes e inclusive de firmas proveedoras de cámaras emblemáticas de aquel país como por ejemplo Leica, Voigtländer o Zeiss-Ikon.
Sus excelentes paisajes, pero también sus elaborados retratos, lo fueron posicionando en aquel exigente medio; hacia 1948 expuso una selección de su obra en la prestigiosa Galería Kraft y un año después lo hizo en la sala de Paraguay 665; en el Instituto de Arte Moderno se apreciaron sus mejores tomas cosechando elogios de un público calificado. La influyente revista «Correo Fotográfico Sudamericano» - dirigida por Alejandro del Conte (ver) - le dedicó una nota especial en su edición de noviembre del año 1949.
Fotos de Thörlichen fueron publicadas en diversos medios capitalinos; por ejemplo, en «Casas de América» de la revista Saber Vivir, N° 33, editada en 1943. La Intendencia Municipal en su publicación «Cultura» se ocupa de las imágenes del genial alemán y también del colega H. K. Gordon. A su vez el Anuario Kraft, Tomo, II Año 1948, en la Sección Comercio, Industria y Agricultura y dentro del rubro «Fotografías y Fotógrafos» nos informa que Gustavo Thörlichen ofrecía sus servicios en la céntrica calle Reconquista N° 450, compartiendo esa profesión con otros 429 colegas de aquella Capital Federal. Una curiosa publicación médica «Imágenes Argentinas», en su número 34 de mayo 1944, página 301, sorprende a sus lectores con la obra «Del Norte» - como todas, en blanco y negro - donde Thörlichen captura un árido paisaje de grandes cactus sobre fondo de montañas.
A su vez se relacionó con la elite intelectual porteña, tal el caso de Jorge Luis Borges o la escritora y ensayista Victoria Ocampo, la cual patrocinó desde la Editorial Sur su libro «San Isidro» [1941] con un poema de Silvina Ocampo y 68 vistas sobre aquel elegante suburbio del norte de Buenos Aires. Esta obra está considerada como uno de los primeros fotolibros argentinos y, así lo entendió el historiador español Horacio Fernández, al incluirlo en su ensayo «El fotolibro latinoamericano» [2011]. Consultados Alicia y Ricardo Sanguinetti nos confirmaron la coincidencia de su madre Annemarie Heinrich con aquel connacional, por entonces -hacia 1940/1950-, ambos entre las figuras centrales de la fotografía en Buenos Aires.
Imagen de presidentes
Thörlichen fue fotógrafo personal del presidente Juan D. Perón y de su esposa Eva Duarte, lo que nos indica el reconocimiento del estado nacional hacia su excelente trabajo [1]. En 1953 viajó a Bolivia invitado por el gobierno revolucionario del presidente Víctor Paz Estenssoro para documentar el sufrido mundo de la minería andina - minas Catavi y Siglo XX - y cuyo resultado fue el libro «El Indio» [1955] en edición bilingüe y, un año después, publica «La Paz» documentando a través de 93 imágenes aquella capital a 3.500 metros de altura. Durante su estadía boliviana conoció e influyó fotográficamente en el médico Ernesto «Che» Guevara [2], según testimonios escritos del propio argentino. Junto a Miguel Ángel Cuarterolo y Juan Gómez -N. del E.: todos historiadores fotográficos- colaboramos en su momento con el periodista del Diario Clarín, Rogelio García Lupo, en la relación entablada entre Thörlichen y el Che Guevara en Bolivia y, donde el alemán, influyó en la faceta fotográfica del revolucionario argentino como éste lo reconoció.
Es interesante señalar la amistad que vinculaba a Gustav Thörlichen con el presidente de la nación [1958-1962] Arturo Frondizi quien, como Perón, apreció de inmediato la obra de este calificado documentalista gráfico sobre nuestro pueblo y su extensa geografía. De aquella relación surgieron exposiciones suyas en capitales como Washington y Tokio. En la Fototeca «Benito Panunzi» de la Biblioteca Nacional se resguardan los álbumes sobre los viajes presidenciales de Frondizi; sus obras vintage también se conservan en otras importantes colecciones privadas del país y del exterior, incluido el Museo Fotográfico «Adolfo Alexander».
Derrocado Frondizi, Thörlichen se exilia en México y desde 1970 fija su punto de residencia en una pequeña villa española, llamada Alhaurín el Grande [Andalucía], donde desarrolló ahora sí su pasión por el dibujo y la pintura. Thörlichen falleció el 12 de noviembre de 1986 habiendo legado su obra al Ayuntamiento, donde hoy se la protege y ha sido exhibida. En el año 2003 se inauguró la primera muestra póstuma con un poético nombre, «Vives, mientras alguien piensa en tí», epitafio que lo recuerda en su tumba custodiada por un naranjo, donde descansan sus restos en el cementerio local. La Fundación Gustavo Thörlichen de Alhaurín el Grande lo recuerda con emoción y respeto.
Con su cámara por Brasil
Al informarme del hallazgo de un cautivante conjunto de fotografías vintage presentado a la galería Hilario, decidí compartir este golpe de suerte con la biografía del autor -tema que he trabajado durante años [3]- y una descripción de cinco de estas imágenes. Todas ellas de generoso tamaño y en muy buen estado.
Esta colección representa un aspecto muy poco conocido sobre la obra latinoamericana de aquel incansable viajero europeo, siempre en busca de la belleza de un continente todavía por descubrir, para una cámara más cercana al arte que al documento.
Hacia el año 1950 el fotógrafo residía en un departamento sobre la Av. Libertador General San Martín N° 150 del barrio de Retiro. Esta información que incluía su nombre como autor de la obra y la advertencia del «Copyright» sobre la misma, fue estampada en un sello húmedo al dorso de sus fotografías en blanco y negro copiadas al gelatino bromuro de plata.
Las vistas captadas por Thörlichen en este viaje a Brasil fueron realizadas casi todas en el estado de Minas Gerais y en la mágica ciudad de Ouro Preto - levantada a 1100 metros sobre el nivel del mar - en una conjunción de templos barrocos con esculturas de Aleijadinho y pinturas de Ataíde, la herencia africana, de minas de oro, y una cocina considerada la mejor de aquel país. No sorprende que en 1980 la Unesco declarara a Ouro Preto como "Patrimonio Histórico de la Humanidad".
Capilla del Padre Faría. Ouro Preto. Estado de Minas Gerais [Brasil]. Circa 1950.
[Ver la restante imagen reproducida más arriba] Ambas fotografía vintage.
La ciudad de Ouro Preto representa una de las sagas más increíbles de la América profunda. Hacia 1695 un grupo expedicionario de «banderaintes» descubrió oro en magnitud en la lejana región de Tripuí - actual Ouro Preto -; sorpresivo hallazgo que generó una gran afluencia de personas ansiosas por enriquecerse en poco tiempo. Había nacido el llamado Ciclo del Oro.
A partir de estos sucesos, la corona portuguesa inició una serie de medidas administrativas y de control con diversos resultados. La explotación de las minas requería el trabajo a destajo de los esclavos africanos, una mano de obra que, además de pala y pico, también fue aplicada a la construcción de opulentos edificios civiles y por supuesto, religiosos.
Mas de 250 años después de aquel descubrimiento, la experta cámara de Gustav Thörlichen enfoca uno de sus resultados, la Capilla del Padre Faría construida alrededor de 1750 y en cuya historia religiosa se mezclan las tensiones entre los amos portugueses y sus esclavos negros o mulatos. El templo católico, de arquitectura sencilla en su fachada, contrasta con la rica ornamentación interior de tallas doradas, pinturas y un altar que impresiona por su riqueza ornamental.
Sobre este templo de estilo barroco Thörlichen realiza por lo menos dos registros plein air y a cierta distancia, para incluir la gran cruz de piedra y el campanario anexo; la primera es a la misma altura y la segunda más cercana y con un plano inclinado de abajo hacia arriba; ambas teniendo como fondo adecuado el paisaje de montaña. Capela do Padre Faria está protegida desde hace décadas por el Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional [IPHAN].
Paisaje. Estado de Minas Gerais. [Brasil]. Circa 1950.
Fotografía vintage. Tono sepia. Márgenes blancos.
Los paisajes naturales del estado mediterráneo de Minas Gerais ofrecen su belleza para deleite de la sensibilidad artística de Gustav Thörlichen quien acude a su cámara como si se tratara de un pincel romántico.
La geografía de Minas cuenta en su riqueza botánica con una diversidad de especies de palmeras; un ejemplo son estos gráciles ejemplares que enmarcan, entre el enmarañado follaje, un límpido espejo de agua donde se duplica la escena. Potencia el idílico registro un cúmulo de nubes, indicativo de que Thorlichen utilizó en este caso, filtros especiales para su objetivo de cámara.
El paisajismo fotográfico brasileño decimonónico tuvo entre su grandes cultores a prestigiosas cámaras como la de Marc Ferrez - en primera linea -, Victor Frond, George Leuzinger, Revert Klumb y Frtiz Büsch. A este listado debemos incluir a mediados del siglo XX el talento del germano Gustav Thörlichen.
Iglesia de Santa Ifigenia. Ciudad de Ouro. Estado de Minas Gerais [Brasil]. Circa 1950.
Fotografía vintage.
Ouro Preto [oro negro en español], fundada en 1711, es una de las ciudades más importantes de Brasil, cuyo ciclo del oro le dio un perfil propio. La explotación de sus minas gracias al trabajo de esclavos africanos generó una ingente riqueza, la cual se manifestó de diversas formas. La vocación religiosa entre portugueses y sus esclavos dió como resultado la erección de iglesias de una belleza y riqueza notables, impregnadas de un sincretismo que sorprende.
Luiza María Pereira -mi esposa- quien vivió hacia la década de 1970 en Ouro Preto, aún recuerda el impacto visual al ingresar en aquella lujosa Igreja Matriz de Santa Ifigenia que, desde el centro de la ciudad, se distinguía a lo lejos por un largo y serpenteante camino. Su belleza sin par tiene otro rasgo que la distingue: fue levantada con el trabajo y los fondos aportados por esclavos, mulatos y libertos, devotos de la santa africana .
El deseado templo se inauguró en 1733 y fue centro de culto para aquel sufrido pueblo - quien recuperó su libertad el 13 de mayo de 1888 gracias a la Ley Áurea decretada por la princesa Isabel - a través de misas, procesiones y otros actos de culto organizados por la Cofradía de Santa Ifigenia.
Para este registro urbano Thorlichen eligió la vista lejana de aquel templo - paisaje que se aprecia hasta el presente en las modernas postales - tomada desde el centro de Ouro Preto. Consideramos interesante su composición fotográfica, la cual ubica un árbol en primer plano otorgando mayor profundidad a la escena. Santa Ifigenia con aquella escalinata monumental y sus figuras y columnas revestidas en fino polvo de oro, es uno de los más sorprendentes ejemplos del famoso «barroco mineiro».
Chafariz da Igreja Bom Jesus do Matosinhos. Ciudad de Ouro Preto. Estado de Minas Gerais [Brasil]. Circa 1950.
Fotografía vintage. Tono: Sepia suave.
Una de las características marcantes de la histórica ciudad de Ouro Preto, es la gran cantidad de fuentes de agua potable - alrededor de 22 -, mejor conocidas como chafariz. Construidas entre 1740 y 1760, formaban parte de un sistema de distribución de agua en la antigua Vila Rica.
Estas ornamentadas fuentes públicas de agua se erigieron según normas supervisadas por el Senado de la Cámara y reflejan toda una época en aquella histórica ciudad durante el Ciclo de Oro. En estilo barroco mineiro se destacan por el uso de la piedra local en sus columnas, rocallas y figuras alegóricas típicas del siglo XVIII y vinculadas al imperio portugués.
El chafariz que nos ocupa se conserva perfectamente en la actualidad, junto al Colegio Arquidiocesano. Fue construido hacia 1763 por el célebre arquitecto Francisco de Lima Cerqueira oriundo del Reino de Portugal (2 de octubre de 1728), quien falleció a los 79 años en la ciudad que tanto amó, o sea Sao Joao del Rey.
Notas:
1] Guillermo David, «La Mirada Extranjera». En diario Página 12, 18 de agosto de 2024.
2] «Thörlichen es un gran artista como fotógrafo. Además de una exposición pública y de sus trabajos particulares, tuve oportunidad de ver su manera de trabajar». Ernesto Che Guevara. Según la Fundación Thörlichen.
2] Durante el año 2001 iniciamos una investigación inédita sobre este fotógrafo aún poco conocido; el hecho de haber nacido en Hamburgo - como nuestro tatarabuelo el daguerrotipista Adolfo Alexander (1822-1881) - y de haber desarrollado su actividad en América del Sur nos impulsó a trabajar en su biografía.
* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios