La colección de Gustavo Muniz Barreto

Piezas de su colección reproducidas en el catálogo titulado Platería colonial, de 1960, escrito por Antonio Pérez-Valiente de Moctezuma.


La donación de obras precolombinas e históricas realizada por G. M. Barreto al Museo de Luján se refleja en las páginas del matutino La Prensa, de Buenos Aires, edición del 5 de febrero de 1933.


Mobiliario y platería virreinal, criolla e indígena hispanoamericana en su estancia «La Magdalena», ubicada en la provincia de Córdoba.


Guillermo Palombo

 

Miembro Emérito del Instituto Argentino de Historia Militar, integrante del Grupo de Trabajo de Historia Militar de la Academia Nacional de la Historia, Académico Correspondiente de la Academia Sanmartiniana y del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, ex presidente del Instituto de Estudios Iberoamericanos.

 

Su producción impresa sobre diversas disciplinas (libros, folletos, capítulos en obras colectivas, artículos en revistas especializadas y diarios) supera los 300 títulos. Acaba de presentar Uniformes del Ejército Argentino (Lilium Ediciones, Buenos Aires, 2023), un estudio de consulta ineludible sobre el tema.


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Por Guillermo Palombo *

El hombre

 

Gustavo Muniz Barreto, nacido en Buenos Aires en 1875, era hijo de Jarbas Alves Muniz Barreto Magalhaes [1835-1899], oriundo de Río de Janeiro, y de Damasia Sáenz Valiente [1843-1926], quienes en 1870 contrajeron matrimonio en el porteño templo de San Ignacio, en el cual fueron bautizados sus siete hijos.

 

A la muerte de su padre, ocurrida el 14 de diciembre de 1899, Jarbas [h] a nombre de su madre, por sí y en nombre de sus seis hermanos, los mayores de edad Magdalena, Gustavo y Benjamín, y los menores Juana María, Antonio Zacarías y Francisco, se presentó ante la Justicia Civil para abrir el sucesorio, denunciando como bienes propios de su madre los establecimientos de campo «La Argentina», en el partido de Tuyú y «El Callejón», en el partido de Castelli, y parte de una chacra en Florencio Varela, todo en la provincia de Buenos Aires, y en la Capital Federal, las casas sitas en Belgrano 761 y Piedras 368. Y como bienes gananciales del matrimonio el establecimiento de campo «La Magdalena», departamento Juárez Celman, prov. de Córdoba, de aproximadamente 50.000 hectáreas; tres fracciones de campo en el partido de Castelli, colindante con «El Callejón»; un establecimiento de campo en el partido de Brandsen de aproximadamente 1.100 hectáreas; una fracción de chacra en Florencio Varela; una isla en el Arroyo de las Carabelas, la hacienda vacuna, lanar y yeguariza, que poblaban todos los establecimientos, un depósito en dinero en el Banco Español, los muebles y enseres de los establecimientos, una hipoteca y algunas deudas, una de ellas con una señora francesa en francos oro [1].

 

Hombre de sociedad, cortés y mundano en el trato, cultivado en sus viajes a Europa, Gustavo M. Barreto fue un conquistador de simpatías.

 

Entre sus preocupaciones estuvieron el fomento de la raza caballar y de la vacuna. Fue uno de los firmantes del acta fundacional de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos en 1923, y se encontraba entre los iniciadores de la Corporación Argentina de Criadores de Aberdeen Angus. Además, tuvo una significativa presencia en la Sociedad Rural Argentina, la Asociación Ornitológica del Plata [creada en 1916] y el Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, que nucleaba a los coleccionistas, al que se incorporó en 1947.

 

Falleció soltero en Buenos Aires el 21 de mayo de 1954 en su domicilio de Arroyo 1043, entre Cerrito y Carlos Pellegrini, que ya no existe por haberse demolido esa manzana al ampliarse la Avenida 9 de Julio. Al día siguiente participaron de su fallecimiento sus hermanos Jarbas, Antonio y Francisco y sus hermanas políticas María Luisa Tornquist de Muniz Barreto [viuda de Benjamín] y Jovita Bunge de Muniz Barreto [2].

 

Su breve obituario, publicado en La Nación, resaltaba certeramente las cualidades de su persona: «Quienes acompañaron ayer en el Cementerio de la Recoleta los restos de D. Gustavo Muniz Barreto, fallecido en nuestra capital a los 78 años, quisieron señalar con su presencia la adhesión al significado de una vida laboriosa y útil y al mismo tiempo el sentimiento que su muerte produce en un vasto círculo, conocedor de su devoción por las cosas representativas del país. Esa devoción se manifestaba en el Sr. Muniz Barreto no solamente en la preocupación con que imponía en sus establecimientos de campo el desarrollo de las fuentes productoras, sino en otras manifestaciones que revelaban además la existencia de un espíritu capaz de sentir la emoción de motivos vinculados a las tradiciones argentinas. Cultivó la raza de los caballos criollos, en los que veía afirmarse condiciones aprovechables en toda actividad relacionada con el desarrollo agropecuario, y en la intimidad de su hogar, formó una colección valiosa de platería, en la cual encontraba definida una labor muy nuestra, surgida a través de labores personales desde antiguos días de la colonia. En esas y otras expresiones, el extinto halló para su pasión más entrañable muestras de un pasado que apreciaba y comprendía y en cuya admiración vivió hasta sus últimos días con celo inalterable» [3].  

 

No tardó en hacerse presente el recuerdo de sus colegas del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades [4] y de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos, que al cumplirse el primer aniversario del fallecimiento envió una comisión de homenaje integrada por Emilio Solanet y Perico Sarciat, que colocaron una placa en su sepulcro y un tercer integrante de la comisión leyó sentidas palabras de homenaje al extinto [5].

 

Los hermanos Barreto. Una familia de coleccionistas

 

Pocas veces se ha dado el caso entre nosotros que casi todos los integrantes de una misma familia hayan sido coleccionistas.

 

El padre, Jarbas, había reunido pinturas, esculturas, muebles antiguos, y un jardín zoológico en la amplia casona de la calle Belgrano 761. Gustavo heredó los cuadros de la colección paterna y se interesó por los tejidos y platería andina colonial. Como veremos más adelante, donó valiosas piezas al Museo de La Plata y al Museo Histórico y Colonial de la provincia de Buenos Aires, creado en 1923 en la ciudad de Luján.  Francisco se inclinó por el arte oriental y también fue un fotógrafo aficionado de los paisajes rurales. Antonio se dedicó a los muebles y libros antiguos, y colaboró con el Museo Histórico Nacional. Benjamín, por su parte, miembro de la Société des Américanistes de París, y de su filial en Buenos Aires creada hacia 1925, se interesó por las culturas del noroeste argentino, a cuyo efecto contrató al dibujante Federico Wolters y al topógrafo Vladimiro Weisser para que buscaran piezas de valor arqueológico y, al mismo tiempo, documentaran todo lo que encontraban. Las primeras excavaciones fueron alrededor de 1921 en la zona de la Quebrada de Humahuaca. Cuando murió Weisser las expediciones dejaron de realizarse, pero Benjamín ya había logrado reunir 12.000 piezas de alta calidad artística que, con su documentación, colocó en estanterías situadas en la parte trasera de su petit hôtel de Florida 923, a pocos pasos de la Plaza San Martín. El 4 de enero de 1933 la ofreció en venta al Gobierno para ser destinada al Museo de La Plata, el 28 de julio ambas Cámaras del Congreso sancionaron la ley otorgando un crédito extraordinario para su compra. Si bien falleció el 28 de agosto, en septiembre se efectivizó la compra, y en 1934 todo se encontraba en los depósitos de aquel Museo. Cabe destacar que su viuda, María Luisa Victoria Tornquist [1880-1954], una de las fundadoras de la Sociedad Argentina de Horticultura y cultivadora de orquídeas y otras flores exóticas, con el deseo de que la colección permaneciera en el país, rechazó importantes ofertas de dos universidades norteamericanas para adquirir la colección.

 

La colección de Gustavo M. Barreto

 

Gustavo M. Barreto coleccionó platería colonial y gauchesca, y mobiliario colonial procedente de, entre otros centros urbanos, Cuzco, Arequipa, Potosí y Santa Cruz de la Sierra. Y además, obras del siglo XVIII de Jujuy, Salta, La Rioja, Catamarca, Tucumán y Córdoba. Ese importante conjunto de objetos americanos se completaba con monedas de oro, tabaqueras, relojes, yesqueros, abanicos de carey, mates y sahumadores de plata, y también mates de oro y relicarios. No faltaban grabados costumbristas de Bacle, acuarelas de Pellegrini, algún pequeño óleo de Prilidiano Pueyrredón. Y su biblioteca contaba con las colecciones originales del Telégrafo Mercantil, el Semanario de Agricultura, The Southern Star, la Gaceta de Buenos Aires, y el Correo de Comercio.

 

Supo contar con colaboradores, pero muy especialmente con el restaurador Andrés López, que en la trastienda de su negocio en la calle Juncal reunía habitualmente una tertulia de conocedores.

 

Resultan útiles para comprender la importancia de la colección, sendos libros elaborados por Antonio Pérez-Valiente de Moctezuma, español radicado en Buenos Aires, dedicado uno de ellos al mobiliario [6] y el otro a la platería [7]. Y si bien su autor les llama «clasificación», son en realidad inventarios y no un catálogo razonado, más bien útiles para servir a la exposición de un remate, pero sin valor técnico, por cuanto no hay referencias a la forma y la decoración, y se advierte que el autor no tuvo presente la importante influencia de la platería luso-brasileña en el Río de la Plata, y habla de un estilo jesuítico, denominación harto imprecisa.


Piezas de su colección ofrecidas en 2016 en subasta pública [Casa J. C.  Naón & Cía], indicando su referencia en el catálogo de Pérez-Valiente de Moctezuma. 


Resta agregar que al igual que Victoria Aguirre o el General Garmendia, Gustavo M. Barreto recibía en su casa a quien deseara conocer sus colecciones, y entre sus visitantes estuvo la esposa del príncipe Guillermo de Prusia, de paso por Buenos Aires.

 

En Francia, el Annuaire artistique des collectionneurs de Ris-Paquot tuvo seis ediciones hasta 1904 y en 1911 su publicación fue asumida por Francis Campbell, quien publicó hasta 1937 un anuario de curiosidades y Bellas Artes, en cuyas ediciones, al menos desde 1931, figuran Gustavo Barreto, con domicilio en Belgrano 761, coleccionista de “Objets d'argent du Pérou, Bolivia, etc. Meubles coloniaux [argenterie]”, y también su hermano Benjamín [8].

 

Las donaciones de Gustavo Barreto

 

Muchas piezas fundamentales, tanto muebles como pintura americana y platería virreinal fueron donadas por su propietario al Museo de Luján [9], una de cuyas salas, como reconocimiento, lleva su nombre. Allí fueron una custodia de Cochabamba en plata dorada con numerosas piedras multicolores, una rara pava limeña del siglo XVIII con dispositivos térmicos de ingeniosa disposición, y dos mates de plata cincelada con aplicaciones decorativas en oro, modelos típicamente porteños, época del virrey Liniers. En la Sala del Gaucho se puso en exhibición el arreador, el yesquero y el reloj de bolsillo, todas piezas de oro, que pertenecieron a Gervasio Ortiz de Rozas, hermano de Juan Manuel. Y un caballo criollo [azulejo overo] embalsamado en el Museo de La Plata [10], con el típico apero criollo, donado por Gustavo y su hermano Francisco. Por último, donó a dicho Museo su preciosa colección de fajas y ligas pampas, que antes de su entrega facilitó al arquitecto Héctor Greslebin, quien las dibujó y acuareló para un libro que tenía en preparación sobre el Arte Pampa y ha quedado inédito.


También fue recipiendario de su generosidad el Museo de San Antonio de Areco, y en los años 40, obsequió al Círculo de Armas [Avenida Corrientes entre Florida y Maipú], del cual era socio, un pequeño estandarte enmarcado, de reducidas dimensiones, con las armas de SMB bordadas sobre campo encarnado y la leyenda Dieu et mon Droit, lema de la monarquía británica adoptado por Enrique V en el siglo XV y  vigente todavía hoy, que fue colocado a uno de los costados de la chimenea del hall central y debajo del cual, estaba enmarcada una breve nota firmada por Gustavo M. Barreto y fechada en los años 40, en la cual indicaba que procedía de las Invasiones Inglesas y había pertenecido a la colección de Victoria Aguirre. Ninguno de quienes se han ocupado en tiempos lejanos o cercanos de los trofeos de las Invasiones Inglesas han mencionado esta pieza. Que procede de la colección que fue de Victoria Aguirre no hay duda, porque Pérez-Valiente de Moctezuma que inventarió esa piezas, la incorporó con el núm. 1306 al catálogo que confeccionó para su venta en 1927 por la Nordiska Kompaniet, con el siguiente texto: «Estandarte inglés con escudo y lema bordado en realce de oro, sobre damasco carmesí» [11]. Se trata, por sus dimensiones, no de un estandarte o guión de los regimientos británicos de Caballería, sino de un banderín que, todavía hoy llevan los cornetas o trompetas de las unidades montadas de la Guardia Real, y pudo haber pertenecido a alguno de los cuerpos de Dragones que integraron la fuerza expedicionaria británica de 1807 [Regimientos 9°, 17°, 20° y 21° de Dragones Ligeros, y 5° de Dragones de la Guardia].


Banderín inglés conservado en el Círculo de Armas, quizás un trofeo obtenido cuando la expedición británica fue rechazada en Buenos Aires. Ex colección Victoria Aguirre, donado por Gustavo M. Barreto.


En 1951 donó a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Merced, de la localidad cordobesa de La Carlota, un «Precioso Cristo de marfil tallado de una perfecta proporción anatómica –describe Pérez-Valiente de Moctezuma–, se singulariza esta escultura por el movimiento y la expresión atormentada del semblante. Es de un realismo extraordinario y la ejecución está hecha con un sentido artístico comparable al de las esculturas españolas clásicas del siglo XVIII». Se trata de una imagen peruana del siglo XVIII, que consta de un Cristo que está apoyado en una cruz de madera de jacarandá, de 121 centímetros de largo por 86 de ancho, con cantoneras y rayos de plata repujada, de estilo colonial. Esta pieza fue sustraída en noviembre de 2003 y recuperada por la Policía de Mendoza en febrero de 2014.

 

Destino de la colección

 

Es sabido que las colecciones formadas por particulares, en nuestro país, corren la suerte de apenas sobrevivir a sus dueños por una generación, cuando no son desechas antes. La de Gustavo Muniz Barreto se desintegró en 1933 después de haber estado expuesta en los salones de la Nordiska Kompaniet [12] y ser conocida por el público [13].  

 

Melchor Pérez Olguin, San Francisco de Paula, óleo sobre tela. Colección Museo I. Fernández Blanco. Buenos Aires.


Un estandarte del Virreinato del Perú, del siglo XVIII, de damasco carmesí con las armas reales de España bordadas en realce y las de Ocete-Inca, privilegio del Emperador Carlos V dado en Valladolid el 1° de diciembre de 1544, procedente de la Iglesia de Santo Domingo del Cuzco, en el Perú, que había adquirido en la subasta de la colección de Victoria Aguirre [14], en septiembre de 1941 estaba en poder de Rafael Vehils, quien lo expuso en el Museo de Arte Colonial [hoy «de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco», Suipacha 1422] [15]. El propio museo adquirió un importante óleo de su colección, exhibido con anterioridad en sus salas, se trata del San Francisco de Paula, debido al pincel del maestro potosino Melchor Pérez de Olguín [siglo XVIII].


Muchas piezas, sobre todo de platería colonial, pasaron a las colecciones de Alfredo Hirsch, Antonio Santamarina, Luis García Lawson, Cristian Mauthe, Francisco Muniz Barreto, Alejandro Shaw, Enrique Udaondo, A. González Garaño y la señorita Elisa Peña. En nuestros días, cada tanto aparecen algunas de ellas con el prestigio de su origen. Hace ya casi una década, en junio de 2016, un conjunto de ellas se vio en un remate de J. C. Naón y Cia.

 

Notas:

[1] Autos caratulados «Muñiz Barreto, Jarvas s/ juicio ab intestato» del Juzgado N° 2 de Primera Instancia en lo Civil de la Capital de la República, a cargo del Dr. Rodolfo Mendonça Paz, iniciado en 1899 [Archivo General de la Nación, Sucesiones, leg. 7136].

[2] Participación publicada en La Nación, Buenos Aires, 22/05/1954.

[3] «Dn. Gustavo Muniz Barreto. Se efectuó su sepelio», en La Nación, Buenos Aires, 23/05/1954.

[4] Boletín del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, núm. 4, Buenos Aires, 1954, p. 100-101.

[5] «Homenaje a D. Gustavo Muniz Barreto», en Raza criolla. Revista de la Asociación Criadores de Caballos Criollos, núm. 39, Buenos Aires, agosto de 1955, pp. 11-12.

[6] Antonio Pérez-Valiente de Moctezuma, «Evolución del mueble colonial en el Río de la Plata, la colección de don Gustavo M. Barreto», en Revista semanal de La Nación, año I, núm. 27 [incluida en el ejemplar núm. 20.961], Buenos Aires, 05/01/1930, p. 7, col. 1 y 2, y p. 8. Del mismo autor: La Colección de don Gustavo M. Barreto, Muebles Coloniales, Buenos Aires, Talleres Gráficos de Caracciolo y Plantié, 1931, 166 p. + 1, ill. Int.

[7] Antonio Pérez-Valiente de Moctezuma, Colección Gustavo Muniz Barreto, Platería Colonial, Buenos Aires, Edición del Autor, 1960, 198 p. + 124 ill. Int.

[8] Cfr. «République Argentine, Buenos-Aires», en Annuaire de la curiosité, des beaux-arts et de la bibliophilie. Fondé en 1911 par Francis Campbell. Paris-Départements-Étranger. 1933, París, Éditions de l'Annuaire de la curiosité, des beaux-arts et de la bibliophile, enero de 1933, p. 142. 

[9] «La donación hecha   por Gustavo Barreto al Museo colonial e histórico de Lujan», en La Prensa, núm. 22.989 [quinta sección], Buenos Aires, 05/02/1933, p. 8, con grabados

[10] «Donación de un caballo embalsamado al Museo de Luján», en La Nación núm. 20.406 [primera sección] de 26/06/ 1928, p. 8, col. 3.

[11] Museo Victoria Aguirre, Colecciones de Arte, Buenos Aires, Casa Jacobo Peuser S.A., 1927, p. 284 y fotografía de p. 282.

[12] Colección Gustavo M. Barreto: antigüedades coloniales, Buenos Aires, Nordiska [Kompaniet], 1932. 23 p.

[13] «La colección de don Gustavo M. Barreto, objetos correspondientes al período de la Conquista y del Virreinato», en La Nación, núm. 22.020 [tercera sección], Buenos Aires, 04/12/ 1932, p. 1, recuadro y grabado.

[14] Museo Victoria Aguirre, Colecciones de Arte, Buenos Aires, Casa Jacobo Peuser S.A., 1927, p. 278, lote núm. 1299, descripción de pp. 278-280 y fotografías de anverso y reverso del estandarte en pp. 277 y 278, respectivamente.

[15] Instituto Argentino de Ciencias Genealógicas, Primera Exposición de Genealogía y Arte Heráldica. Retratos, miniaturas, ejecutorias, objetos tradicionales, libros de heráldica y genealogía. Catálogo descriptivo por José Pérez-Valiente de Moctezuma, [Buenos Aires], s./e., 1941, p. 26, num. 63.




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