“El violín de Ingres”

Le Violon d'Ingres (El violín de Ingres), fotografía en gelatina de plata subastada en Christie’s. 



Ingres incluye a su bañista en una nueva composición en Le bain turc (El baño turco) de 1862, esta vez ejecutando una mandolina.



Sonia Decker


Directora de CONSULTART/dgb, consultora con más de treinta años de actuación en el mercado de arte local. 


Licenciada en Publicidad (USAL). 


Fue Perito judicial en Arte, y Profesora de “Mercado del Arte” en las Universidades del Salvador y del Museo Social Argentino.


Integró el grupo fundacional del Museo de Arte Tigre, teniendo a su cargo la adquisición de las obras de su colección permanente.


Artista pintora, ha realizado sus últimas muestras individuales en las galerías VYP, Arroyo y Librería Menéndez.

Por Sonia Decker

La fotografía ha mostrado nuevas facetas de la realidad desde el descubrimiento del daguerrotipo hasta nuestros días. Atrapar el tránsito fugaz de lo visto en la oralidad, permitió que hacia la mitad del siglo XIX apareciera el primer dibujo con luz: la fotografía.

 

Con esta revolución los primeros fotógrafos/inventores capturaron lo efímero, lo que se nos escapa como los reflejos, las luces y las sombras. Todo lo que se mantenía hasta el momento en la imaginación de lo que se había visto, se podría encriptar sobre una superficie permitiendo ver y mostrar el mundo de otro modo. 


La fotografía creció, y como una verdadera obra de arte desandando su propia naturaleza, crea escenarios personales y diferentes maneras de ver la realidad. Cada imagen evidencia con claridad la experiencia de cada instante capturado. 


Es así como aparecen distintos puntos de vista que los convierten en protagonistas de su tiempo. 


Llegamos de esta manera al mundo del mercado del arte de la fotografía internacional en nuestros días, donde una copia única de Man Ray se convirtió en mayo de este año en el récord de precios de una fotografía. 


Man Ray (Filadelfia, 1890 – París, 1976), cuyo verdadero nombre era Emmanuel Radnitsky, fue uno de los fundadores del dadaísmo en Estados Unidos, uniéndose al movimiento surrealista en París cuando logra instalarse en esta ciudad en 1921. 


Primero se dedicó como fotógrafo a inmortalizar a sus colegas y amigos en retratos en los que especiales efectos de luz dotaban a estas obras de una atmósfera mágica. Se convirtió en el fotógrafo oficial de las personalidades artísticas e intelectuales más destacadas. Retrató entre otros a Pablo Picasso, Gertrude Stein, Marcel Proust, Constantin Brancusi y muchos más. 


En la primavera de 1922, expuso por primera vez en París sus rayografías, que eran una especie de fotografía con características de ready made, procedimiento que consistía en producir imágenes de la realidad a través de los mismos objetos, sin intervención del artista e incluso sin cámara. Eran impresiones de distintas cosas sobre un papel fotosensible. La rayografía con su objeto (éste dejaba sólo su impresión) se limitaba a ser un efecto de la propia luz. Aparentemente, era una obra casual que se creaba a sí misma. Era una imagen de la inversión y de algo extraño, concepto que respondía de una manera perfecta al pensamiento surrealista. Estas piezas únicas, han obtenido precios muy interesantes en el mercado internacional desde el mismo momento de su creación hasta nuestros días. 


En 1924, el mismo año en el que en el que Pettoruti expone sus obras futuristas y cubistas en la Galería Witcomb de Buenos Aires con un amplio rechazo del público y con el único apoyo de la revista Martín Fierro, Man Ray retrata a su musa y amante Kiki de Montparnasse en una de las imágenes más significativas del surrealismo: “El violín de Ingres”. En el desnudo femenino de espaldas, el artista dibuja dos aberturas acústicas pintadas sobre la parte media del cuerpo, utilizando las curvas de la modelo como el cuerpo sonoro del violín. Es importante pensar en la importancia que los cubistas otorgaban a los instrumentos de cuerda. En sus naturalezas muertas incluían mandolinas, violines y guitarras. Si bien en estos casos estos objetos eran material compositivo sin vida propia, en el de la fotografía de Man Ray se produce de inmediato un efecto de gran erotismo, que evoca a las sensuales bañistas de Jean Auguste Dominique Ingres, reconocibles por sus turbantes orientales y sus cuerpos casi perfectos. 


La Baigneuse Valpinçon (La bañista) óleo de Jean-Auguste-Dominique Ingres pintado en 1808 y que inspiró a Man Ray para su fotografía. 



El 14 de mayo de 2022, la casa Christie’s de New York subastó en el marco del Christie´s Spring Marquee Week, esta icónica pieza que fue adquirida por un comprador anónimo en la suma de 12.412.500 dólares. La casa vendedora estimó que podrían recaudar entre 5/7.000.000 de dólares, pero la obra superó ampliamente la cifra pensada.


La fotografía de 48,5 cm x 37,5 cm, estaba catalogada como “gelatina de plata, pieza única”. Pertenecía a la colección de Rosalind Gersten Jacobs, gran mecenas y compradora de moda estadounidense, consultora de mercadería y mercadotecnia y de su esposo Melvin Jacobs. La pieza está firmada a mano por el artista y fechada “1924”. Fue adquirida por los actuales propietarios a Man Ray en 1962. La obra fue expuesta por primera vez en la Biblioteca Nacional de París en la muestra “Man Ray, la obra fotográfica” -Mayo / Junio de 1962-, y por última vez en el MOMA de New York en el año 2010. Gran cantidad de exposiciones la garantizan e incrementan absolutamente su trazabilidad. 


La gran pregunta es tal vez, por qué esta obra fue tan codiciada … 


El precio récord de una fotografía había sido hasta ese momento, la polémica “Phantom” de Peter Lik, que fue subastada en 2014 en 6.500.000 de dólares.


En esta subasta donde aparece “El violín de Ingres”, había compradores de 16 países diferentes por teléfono, on line y varios presentes en la sala.  


Si nos detenemos un instante en la historia, la Primera Guerra había terminado y el mundo había entrado en una gran transformación. En ese marco los artistas buscaban otro modo de mirar la realidad, y prueba de ello fue esta controvertida imagen de Man Ray. Si aceptamos un mínimo de frivolidad, la bella modelo, amante de varios personajes célebres del momento, hipnotizó todas las miradas siendo protagonista del sensual homenaje a Ingres. Pero en esta época donde no había respuestas absolutas y todo eran interrogantes, Man Ray se convirtió en un claro ejemplo de estas incertidumbres. 


Supo transformar una fotografía en una rara combinación de pintura y escultura a la vez, donde la magia y la tecnología que existía en su tiempo, permitieron que surgiera esta imagen trascendental. 


Si bien se realizaron muchas copias posteriores de esta fotografía, la relevancia de este ejemplar vintage radica en sus importantes antecedentes, en la procedencia de una excelente colección de fotografías adquiridas en forma directa al artista por el matrimonio Jacobs, en la veracidad de las referencias comprobables, y en las múltiples exhibiciones en la que fue expuesta. Esto se suma a una razón fundamental para cualquier rubro del mercado del arte, pero sobre todo en el de la fotografía: la credibilidad y la confianza que aporta la casa vendedora. 


El año pasado, la misma casa de subastas vendió una copia de menor tamaño por 475.000 dólares. 


Pero unos días antes de esta gran venta, en la casa de remates Stahl en Hamburgo, se subastó una copia realizada en 1991, es decir después de varios años de fallecido el artista, de 30 cm x 24 cm, en 528 dólares. 


Con estos datos podemos llegar a la conclusión que, en el mundo de la fotografía, donde no estamos hablando de una obra auténtica o falsa como es en el caso de la pintura, es fundamental la credibilidad de la casa vendedora, y los antecedentes de la pieza que garanticen su antigüedad y la cantidad de copias realizadas. 


Es interesante destacar que se conocen registros de ventas de fotografías de Man Ray desde 1985. Ya en esos años un retrato de Picasso, propiedad de la viuda del artista, de 29 x 22 cm, tenía una estimación de 18.000/22.000 dólares y fue subastada en 27.720 dólares, cifra importante para una fotografía en esos tiempos lejanos. 


Las razones más íntimas y profundas por las que este comprador anónimo pujó “El violín de Ingres” hasta esa cifra récord puede no ser revelado jamás. Pero había demasiados interesados en ella y el escenario donde fue subastada es el centro del mercado del arte internacional. Son estas inversiones las que nos mueven a hacernos tal vez demasiadas preguntas para las cuales no tenemos tantas respuestas. 


Lo que sí podemos aseverar, es que el mercado de la fotografía está en alza, y los porcentajes de aumento de los precios son más que significativos.  


Si bien en el mercado argentino los valores de la fotografía se han ido consolidando en los últimos años, estamos lejísimos de lograr precios relevantes o meritorios para los excelentes fotógrafos que nos han precedido. No parece justo que fotógrafos contemporáneos a Man Ray como Juan di Sandro, Anatole Saderman, Grete Stern y sus excepcionales fotografías surrealistas, Horacio Coppola, en su recordado “Homenaje a Juan Gris” realizado en 1939, Annemarie Heinrich y sus extraordinarios retratos, el mismo Pedro Otero, se comercialicen en valores aún tan distantes de estos récords tan exitosos como mediáticos. 


Si seguimos el ejemplo de credibilidad y confianza en la comercialización de las fotografías y cuando las condiciones del país y del mercado del arte sean más favorables, posiblemente estos grandes maestros de la fotografía argentina serán revalorizados y sobre todo mucho más reconocidos.   


* Especial para Hilario. Artes Letras Oficios. Junio de 2022.


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